Es cierto que la guerra absorbe todas mis energías, no lo puedo evitar y tampoco me lo puedo explicar. En mis días de descanso regreso al mismo hostal y sin pedirlo me asignan la misma cama todas las veces. Es un hostal mixto pero la única mujer con la que me ha tocado compartir cuarto era una mujer mayor, una vieja actriz de cuerpo marchito, succionado, parecía que su carne había sido absorbida por su propio cuerpo, sus pómulos resaltan marcadamente y los pellejos de piel que cuelgan de ellos probablemente en un tiempo fueron sus mejillas, su joroba no le permite mucha movilidad y debe alzar la cara para ver a la mayoría de la gente. Cuando llegué volteó su cara cargada de maquillaje hacia mí, hizo una mueca con sus labios cargados de rojo como si fuera a besar a alguien e introdujo un cigarro en su boca, no puedo evitar sentir que me juzga, pero no me importa, llego tan agotado que sólo pido una cama, un descanso, una exclusión del mundo que me ha mostrado su peor cara. Doce horas de un sueño profundo me permiten volver a ser más o menos el mismo, comida, me digo a mi mismo, es interesante pensar en la cantidad de tiempo que invertimos para cubrir las necesidades básicas del cuerpo, es exigente y demandante. Salgo en busca de comida y a la salida el recepcionista del hostal me cuenta rápidamente la historia de la vieja chupada.
- Viene a quedarse de vez en cuando, paga por adelantado y nunca extiende su estadía. Ella misma fue la que nos contó que había sido actriz, en una ocasión hasta trajo videocasetes de sus películas pero aquí no tenemos videocasetera, así que no vimos nada.
- Debe ser una mujer ya muy mayor. Dije con poco interés.
- Sí, algunos rumorean que vive en un asilo y que hay veces en que se escapa y es cuando viene a quedarse aquí. Se arregla con tanto lujo que me da la impresión de que cuando era joven fue muy bella, a veces cuando llega y llena el formulario del hostal trato de fijarme bien en su cara, intentando encontrar algún rastro de su belleza pasada, pero nada, hasta ahora, nada. Es muy triste, entre los compañeros la llamamos la vieja Vegas, por el lujo y los adornos, por favor no lo divulgue.
- No se preocupe, no tengo porque hacerlo. Me di la media vuelta y seguí con mi cometido de conseguir alimento.
Nunca volví a ver a la vieja Vegas. En su lugar nuevos huéspedes llegaron, aunque no se quedaron en el mismo cuarto que el mío, nunca pude descifrar el sistema de asignación de cuartos y camas de ese hostal, si se tomaron la libertad de entrar y salir de nuestro cuarto, específicamente un niño como de 7 años. El día en que supe de ese niño, yo estaba más cansado que nada, más muerto que cansado, había sido una jornada muy pesada en el campo de batalla y había tenido que pelear cuerpo a cuerpo con el enemigo, mis dos ojos estaban morados, el derecho en especial, estaba cerrado e hinchado pero no sentía dolor, el cansancio había tenido un efecto anestésico en mi cuerpo y no podía sentir nada, no podía pensar, mi cerebro no daba órdenes, yo flotaba. Llegué a mi cama de siempre, los dos compañeros de cuarto que vivían en aquel hostal también dormían, deje caer mi mochila en el suelo, me desvestí con desgano y ya en calzones me arrojé a la cama como si estuviera saltando de un trampolín. No me importó no bañarme antes de dormir, ni que tuviera el cabello hecho nudos con restos de lodo y los nudillos con manchas de sangre ajena. Fue aquel mocoso de 7 años el que se metió a nuestro cuarto para dirigirse directamente a mi cama y empezar a pellizcarme las piernas. Desperté encolerizado y lo tiré al suelo de un solo empujón en el pecho, el niño echó a correr con su madre para acusarme pero no me importó, qué carajos tiene que hacer un niño en un hostal.
---Abro los ojos--
Textos Bastardos
Una mujer veinteañera busca desesperadamente una forma de publicar lo que escribe, consciente de su talento inexistente decide abrir un blog que le permita mantener cierto anonimato con el que pueda evitar el riesgo de sufrir alguna agresión física cuando transite por las calles.
viernes, 25 de marzo de 2011
jueves, 24 de marzo de 2011
Triste San Valentín, una historia de amor.
Nadie ni nada garantiza que las cosas buenas duren para siempre, son tan frágiles y nosotros tan torpes para saber manejarlas o para darnos cuenta de que están ahí hasta que las abandonamos.
¿Es la monotonía el peor veneno para el amor? ¿y la costumbre? ¿es el sustituto indiscutible del amor cuando ya ha pasado el tiempo?
¿Nuestros padres no fueron capaces de transmitirnos las fórmulas de un exitoso matrimonio simplemente porque ellos tampoco la tienen y su matrimonio fracasó?¿Nuestra generación está destinada al fracaso en el amor? ¿Cogemos más libremente pero nos enamoramos menos comprometidamente? Amor no significa lo mismo ahora que 50 años atrás.
Ha pasado un día desde que vi la película y aún sigo tarareando la canción (You always hurt the one you love) que Ryan Gosling canta mientras Michelle Williams la baila con torpes pero lindos pasos de tap, una escena sencilla pero que es capaz de transmitir sentimientos jóvenes e ingenuos, puros y verdaderos. El amor canta y baila en la voz y pies de un hombre y una mujer.
No será difícil que alguien no se identifique, al menos un poco, con la historia que se cuenta en pantalla, a menos que se trate de un ser excepcional que nunca se haya enamorado. Y no es que se trate de las cursilerías típicas con las que normalmente se etiqueta al amor, la identificación se logra con personajes, emociones y frustaciones completamente humanos y actuales.
Triste San Valentín, una historia de amor, el título puede sonar contradictorio pero es el desarrollo de la película la que lo justifica sin lugar a dudas, tal vez lo lógico sería decir una historia de desamor pero en esta vida arrinconar las cosas a simplemente blanco y negro no sería funcional para comprenderlas.
¿Es la monotonía el peor veneno para el amor? ¿y la costumbre? ¿es el sustituto indiscutible del amor cuando ya ha pasado el tiempo?
¿Nuestros padres no fueron capaces de transmitirnos las fórmulas de un exitoso matrimonio simplemente porque ellos tampoco la tienen y su matrimonio fracasó?¿Nuestra generación está destinada al fracaso en el amor? ¿Cogemos más libremente pero nos enamoramos menos comprometidamente? Amor no significa lo mismo ahora que 50 años atrás.
Ha pasado un día desde que vi la película y aún sigo tarareando la canción (You always hurt the one you love) que Ryan Gosling canta mientras Michelle Williams la baila con torpes pero lindos pasos de tap, una escena sencilla pero que es capaz de transmitir sentimientos jóvenes e ingenuos, puros y verdaderos. El amor canta y baila en la voz y pies de un hombre y una mujer.
No será difícil que alguien no se identifique, al menos un poco, con la historia que se cuenta en pantalla, a menos que se trate de un ser excepcional que nunca se haya enamorado. Y no es que se trate de las cursilerías típicas con las que normalmente se etiqueta al amor, la identificación se logra con personajes, emociones y frustaciones completamente humanos y actuales.
Triste San Valentín, una historia de amor, el título puede sonar contradictorio pero es el desarrollo de la película la que lo justifica sin lugar a dudas, tal vez lo lógico sería decir una historia de desamor pero en esta vida arrinconar las cosas a simplemente blanco y negro no sería funcional para comprenderlas.
martes, 1 de marzo de 2011
(-----------------)
Siento que debo culpar a alguien, pero no sé a quien.
Miro hacia la ventana y no hago más que envidiar a los pajarillos que revolotean en las ramas del árbol que tengo frente a mi. Quisiera volar, pero no puedo.
Empiezo a escribir porque es lo que medianamente sé hacer, eso lo digo yo, nadamás. Por que por otro lado los oficinistas, los que me han entrevistado dicen que no puedo hacer muchas cosas, que no sirvo de mucho, que no están dispuestos a tomar riesgos conmigo. Váyanse al carajo. Eso es lo que me hubiera gustado responderles a las dos últimas personas que me dijeron que habían optado por contratar otra persona pero no, acallé mis verdaderos sentimientos y les respondí agradeciéndoles por su ayuda, que evidentemente en este momento no es mucha pero que en algún momento mínimamnte existió.
Y ahora qué? Diana le pregunta a Diana, no hay respuesta. Una parte de Diana está tranquila, la otra también pero extrañamente desea sentirse preocupada, anhela la desesperación y la desilusión, añora la presencia del enojo y parece que es la parte que va ganando.
Para qué quiero trabajar? Para qué quiero venderle mi tiempo a una compañía? Para qué quiero encerrarme en una oficina ocho horas diarias sin ver la luz del sol frente a un monitor resolviendo errores de otros y cometiendo los propios? Por dinero, es obvio.
Y para qué quiero dinero? qué hay que el dinero solo pueda dar?
Casa, auto, entretenimiento guardado en cajas diminutas de plástico, placeres fugaces, café en vasitos de plástico con el logotipo de una sirena grabado, ropa que parece estar desgastada pero que no lo está y que por lo tanto es cool porque no es que tenga ropa vieja si no que compro ropa que parece vieja.
Esto que vivo se ha convertido en una agonía porque la única cosa que medianamente sé hacer no florece, está adentro, como ahora, es un tumor enorme y pesa y siento que no me deja escribir, que no me deja estirarme para alcanzar las ideas y las palabras. Alguna vez leí que aquel que escribe por dinero de principio ya estaba perdido y yo no quiero ser así pero si por cada texto que escribiera pudiera recibir un salario mínimo, no me quejaría.
Los padres opinan, los amigos opinan, la gente opina, todos opinan y te juzgan por qué tan alto tienen que levantar su cabeza para ver tu cara o es mentira? alguien que porfavor me lo diga.
Oh inspiración, a donde te has ido? es cierto que ya no vas a regresar? es cierto que te tendré que olvidar? Mis sueños en donde están?
Miro hacia la ventana y no hago más que envidiar a los pajarillos que revolotean en las ramas del árbol que tengo frente a mi. Quisiera volar, pero no puedo.
Empiezo a escribir porque es lo que medianamente sé hacer, eso lo digo yo, nadamás. Por que por otro lado los oficinistas, los que me han entrevistado dicen que no puedo hacer muchas cosas, que no sirvo de mucho, que no están dispuestos a tomar riesgos conmigo. Váyanse al carajo. Eso es lo que me hubiera gustado responderles a las dos últimas personas que me dijeron que habían optado por contratar otra persona pero no, acallé mis verdaderos sentimientos y les respondí agradeciéndoles por su ayuda, que evidentemente en este momento no es mucha pero que en algún momento mínimamnte existió.
Y ahora qué? Diana le pregunta a Diana, no hay respuesta. Una parte de Diana está tranquila, la otra también pero extrañamente desea sentirse preocupada, anhela la desesperación y la desilusión, añora la presencia del enojo y parece que es la parte que va ganando.
Para qué quiero trabajar? Para qué quiero venderle mi tiempo a una compañía? Para qué quiero encerrarme en una oficina ocho horas diarias sin ver la luz del sol frente a un monitor resolviendo errores de otros y cometiendo los propios? Por dinero, es obvio.
Y para qué quiero dinero? qué hay que el dinero solo pueda dar?
Casa, auto, entretenimiento guardado en cajas diminutas de plástico, placeres fugaces, café en vasitos de plástico con el logotipo de una sirena grabado, ropa que parece estar desgastada pero que no lo está y que por lo tanto es cool porque no es que tenga ropa vieja si no que compro ropa que parece vieja.
Esto que vivo se ha convertido en una agonía porque la única cosa que medianamente sé hacer no florece, está adentro, como ahora, es un tumor enorme y pesa y siento que no me deja escribir, que no me deja estirarme para alcanzar las ideas y las palabras. Alguna vez leí que aquel que escribe por dinero de principio ya estaba perdido y yo no quiero ser así pero si por cada texto que escribiera pudiera recibir un salario mínimo, no me quejaría.
Los padres opinan, los amigos opinan, la gente opina, todos opinan y te juzgan por qué tan alto tienen que levantar su cabeza para ver tu cara o es mentira? alguien que porfavor me lo diga.
Oh inspiración, a donde te has ido? es cierto que ya no vas a regresar? es cierto que te tendré que olvidar? Mis sueños en donde están?
jueves, 13 de enero de 2011
El gusto prohibido
A los ojos de los demás soy una pervertida, mi gusto es castigado y mi amor incomprendido.
Veo las cosas de forma distinta. Mis pasiones se encienden con la llama contraria, contraria a lo que los demás esperan por que es igual a mi.
No me permiten amar la belleza que mis ojos reconocen, que mi ser busca y con la que se identifica, la belleza con la que quiero dormir y despertarme todos los días, la belleza con la que quiero fornicar.
Y todo porque tenemos las mismas formas.
Veo las cosas de forma distinta. Mis pasiones se encienden con la llama contraria, contraria a lo que los demás esperan por que es igual a mi.
No me permiten amar la belleza que mis ojos reconocen, que mi ser busca y con la que se identifica, la belleza con la que quiero dormir y despertarme todos los días, la belleza con la que quiero fornicar.
Y todo porque tenemos las mismas formas.
martes, 11 de enero de 2011
Cuadrado.
El mundo es cuadrado y de vez en vez encontramos pendejos en cada esquina. Ellos son los que impiden que los ángulos se abran para formar un circulo donde las cosas giren,fluyan. Es por sus obtusidades que el mundo no cambia. Se paran en cada punto cruzados de brazos y se niegan a moverse, con la cara seria y levantada en señal de altivez y la espalda echada hacia atrás en posición de defenza o rechazo pero con el miedo comiéndoles el alma por lo que vaya a pasar si se quitan.
lunes, 20 de diciembre de 2010
Reflexionando ando.
"Estoy inclinándome a pensar que la historia es cíclica, que inevitablemente siempre repetiremos la misma historia y cometeremos los mismos errores, que esto no hace que más afirmar nuestra condición humana, que cada vez que nos equivocamos sólo estamos diciendo que somos humanos, que nuestra forma de actuar no sólo está regida por la luz de la razón con la que hemos sido privilegiados sino también por nuestras emociones y sentimientos, la mayoría de las veces con mucho más poder sobre nosotros que la primera, y que será nuestra habilidad, inteligencia y determinación para vivir aquí y ahora esta historia, que en tiempos remotos ya se vivió y que en tiempos futuros se vivirá de nuevo, lo que nos hará mejores seres humanos."
jueves, 16 de diciembre de 2010
Los ángulos de la vejez. (2)
Ahora se presenta la parte difícil, ver envejecer a alguien es doloroso, sobre todo si se trata de un ser querido, y al mismo tiempo impactante, es una lección de vida en tiempo real, un recordatorio de nuestro destino, una sentencia ya dictada desde el día en que nacemos.
Todas las veces que he tenido que cuidar a mi abuela se vuelve más evidente su vejez, aunque ella lo niegue por que sabe que admitirlo significaría mudarse a la casa de alguno de sus hijos, dejar su independencia, sus plantas, sus amigas, su casa, en donde todos sus hijos nacieron. Ella sentencia con voz escalofriante que sólo muerta la sacarán de su casa y cada vez que habla de su muerte lo hace con una determinación y valentía que hace que los que estemos presentes nos volteemos a ver con dolor, con impacto también por que no esperas que alguien hable con tanta seguridad sobre su muerte, ya ha dado instrucciones sobre lo que quiere y no para el día de su muerte: no quiere llantos, no quiere flores, quiere mariachis y tequila, mucho tequila.
Y sin embargo ella vive en una dualidad de vida y muerte, quiere vivir, rasca desde lo más profundo de su ser para continuar, para seguir, sabiendo que el día llegará y ella espera, tranquila, como si estuviera sentada en la sala de su casa esperando a que el timbre suene.
No seré específica en lo que he tenido que pasar con ella, bastará con decir que ha sido muy duro, humillante para ella por depender de alguien hasta para ir al baño o tomar una ducha, muchas veces mientras la ayudo me pregunto si eso es vida, en dónde queda la dignidad humana, si de verdad vale la pena aferrarse tanto a la vida aunque no tengas fuerza ni para ponerte un zapato, mi abuela con sus acciones me dice que si, que vale la pena intentarlo pero una y otra vez tengo esas dolorosas imágenes en mi cabeza, sus enfermedades, su debilidad mental, su cuerpo marchito..... la decadencia.
Si, me da miedo esa decadencia aunque es pretensioso de mi parte pensar que todas las tengo ganadas y que es 100% seguro que llegaré a la edad de mi abuela, nada es seguro, ni siquiera el clima. Pero si llegara a pasar me pregunto si es que tendría el valor de decidir por mi misma cuando ha sido suficiente, si es que un día despierto y digo: "¡hasta aquí, no más!", ¿En qué momento se deja de vivir para empezar a sobrevivir? me atrae la idea de por lo menos tener ese poder de decisión. Veremos que decide Diana para ese entonces, yo se los haré saber.
Todas las veces que he tenido que cuidar a mi abuela se vuelve más evidente su vejez, aunque ella lo niegue por que sabe que admitirlo significaría mudarse a la casa de alguno de sus hijos, dejar su independencia, sus plantas, sus amigas, su casa, en donde todos sus hijos nacieron. Ella sentencia con voz escalofriante que sólo muerta la sacarán de su casa y cada vez que habla de su muerte lo hace con una determinación y valentía que hace que los que estemos presentes nos volteemos a ver con dolor, con impacto también por que no esperas que alguien hable con tanta seguridad sobre su muerte, ya ha dado instrucciones sobre lo que quiere y no para el día de su muerte: no quiere llantos, no quiere flores, quiere mariachis y tequila, mucho tequila.
Y sin embargo ella vive en una dualidad de vida y muerte, quiere vivir, rasca desde lo más profundo de su ser para continuar, para seguir, sabiendo que el día llegará y ella espera, tranquila, como si estuviera sentada en la sala de su casa esperando a que el timbre suene.
No seré específica en lo que he tenido que pasar con ella, bastará con decir que ha sido muy duro, humillante para ella por depender de alguien hasta para ir al baño o tomar una ducha, muchas veces mientras la ayudo me pregunto si eso es vida, en dónde queda la dignidad humana, si de verdad vale la pena aferrarse tanto a la vida aunque no tengas fuerza ni para ponerte un zapato, mi abuela con sus acciones me dice que si, que vale la pena intentarlo pero una y otra vez tengo esas dolorosas imágenes en mi cabeza, sus enfermedades, su debilidad mental, su cuerpo marchito..... la decadencia.
Si, me da miedo esa decadencia aunque es pretensioso de mi parte pensar que todas las tengo ganadas y que es 100% seguro que llegaré a la edad de mi abuela, nada es seguro, ni siquiera el clima. Pero si llegara a pasar me pregunto si es que tendría el valor de decidir por mi misma cuando ha sido suficiente, si es que un día despierto y digo: "¡hasta aquí, no más!", ¿En qué momento se deja de vivir para empezar a sobrevivir? me atrae la idea de por lo menos tener ese poder de decisión. Veremos que decide Diana para ese entonces, yo se los haré saber.
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