Ahora se presenta la parte difícil, ver envejecer a alguien es doloroso, sobre todo si se trata de un ser querido, y al mismo tiempo impactante, es una lección de vida en tiempo real, un recordatorio de nuestro destino, una sentencia ya dictada desde el día en que nacemos.
Todas las veces que he tenido que cuidar a mi abuela se vuelve más evidente su vejez, aunque ella lo niegue por que sabe que admitirlo significaría mudarse a la casa de alguno de sus hijos, dejar su independencia, sus plantas, sus amigas, su casa, en donde todos sus hijos nacieron. Ella sentencia con voz escalofriante que sólo muerta la sacarán de su casa y cada vez que habla de su muerte lo hace con una determinación y valentía que hace que los que estemos presentes nos volteemos a ver con dolor, con impacto también por que no esperas que alguien hable con tanta seguridad sobre su muerte, ya ha dado instrucciones sobre lo que quiere y no para el día de su muerte: no quiere llantos, no quiere flores, quiere mariachis y tequila, mucho tequila.
Y sin embargo ella vive en una dualidad de vida y muerte, quiere vivir, rasca desde lo más profundo de su ser para continuar, para seguir, sabiendo que el día llegará y ella espera, tranquila, como si estuviera sentada en la sala de su casa esperando a que el timbre suene.
No seré específica en lo que he tenido que pasar con ella, bastará con decir que ha sido muy duro, humillante para ella por depender de alguien hasta para ir al baño o tomar una ducha, muchas veces mientras la ayudo me pregunto si eso es vida, en dónde queda la dignidad humana, si de verdad vale la pena aferrarse tanto a la vida aunque no tengas fuerza ni para ponerte un zapato, mi abuela con sus acciones me dice que si, que vale la pena intentarlo pero una y otra vez tengo esas dolorosas imágenes en mi cabeza, sus enfermedades, su debilidad mental, su cuerpo marchito..... la decadencia.
Si, me da miedo esa decadencia aunque es pretensioso de mi parte pensar que todas las tengo ganadas y que es 100% seguro que llegaré a la edad de mi abuela, nada es seguro, ni siquiera el clima. Pero si llegara a pasar me pregunto si es que tendría el valor de decidir por mi misma cuando ha sido suficiente, si es que un día despierto y digo: "¡hasta aquí, no más!", ¿En qué momento se deja de vivir para empezar a sobrevivir? me atrae la idea de por lo menos tener ese poder de decisión. Veremos que decide Diana para ese entonces, yo se los haré saber.
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