Viajar, nadie debería vivir sin experimentarlo, pasará el tiempo, envejeceremos y la ruta del camino que seguimos en busca de algo "más" siempre se quedará con nosotros. Visitar un lugar y quedarnos prendidos de él lo puedo comparar con enamorarse, hablo del amor verdadero, o por lo menos con lo que yo creo que es el amor. Este amor puede surgir en dos formas:
1: Amor a primera vista, te identificas con lo que tus ojos tienen enfrente, quieres hacerlo tuyo, quieres comértelo con la mirada, que entre completo por tu iris y pase directamente al corazón. Yo diría que es el más fácil tratándose de un lugar pero si se trata de una persona es también el más peligroso.
2: No conoces lo que tienes enfrente, es posible que lo rehuyas, que pienses que se ha tratado de un error, da miedo pero si mantienes tus sentidos abiertos es posible que el amor brote, que te seduzca y entonces caigas, siempre volverás, ya sea físicamente o en memoria pero siempre volverás. Esta segunda forma, a pesar de ser la más difícil porque requiere paciencia, inteligencia, disposición y sentidos al 100%, es la que más me gusta, por que si se conquista valdrá la pena y se atesorará un poquito más.
Un español viaja a México en busca de Pedro Páramo y se encuentra con algo distinto, trata de describir las cosas como son y en ese mismo intento quiere decir porqué a pesar de todo ha quedado prendido de México, porqué a pesar de la delincuencia y del caos en la Ciudad de México es imposible no querer regresar, qué hay en San Cristóbal de la Casas que lo emociona a pesar de no ser bien recibido por las etnias que ahí habitan, cómo fue que en busca de Comala, el pueblo de Pedro Páramo, encontró un lugar completamente distinto. Es una crónica de viaje con hadas y pobreza , con duendes y discriminación, con magia y olvido, con peyote e historia, eso es México.
Dos pares de ojos siempre verán algo diferente aunque estén dirigidos hacia el mismo punto. A los ojos de los demás siempre seremos diferentes de nuestra propia percepción y esas otras percepciones pueden develarnos otras realidades, como una luz que se enciende para mostrarnos otro ángulo de nosotros mismos que no conocíamos o que habíamos olvidado. Al leer este libro me sentí como una intrusa, Paco Nadal le cuenta a sus conacionales españoles lo que el ve y vive en México y yo me entero de eso, me queda claro que su amor a México es el de la segunda forma, lo conoció, lo sufrió, lo cuestionó y decide quedarse con él. Descubro y recuerdo al país en donde nací y en donde he decido quedarme mientras quiero tomar mi mochila de viaje para descubrir con mis propios ojos si Pedro Páramo ya no vive aquí.
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